miércoles, 13 de agosto de 2008

Gragea violeta

Su sistema de emociones la dejaban a menudo a la intemperie. El estruendo de su risa era tan poderoso como devastador. Una ínfima sensación podía provocarle un llanto callado y persistente que duraba semanas y a veces meses. Sin respuestas ante la magnitud de las expresiones, un estudiante de medicina concluyó en que para ella, el llanto y la risa eran la misma cosa.